domingo, 13 de junio de 2010

El tiburón de Groenlandia



-Permíteme que me ponga filosófico- le susurró a la farola en la que estaba recostado, sentado en el suelo. -Es inevitable, ¿sabes? Tu estás ahí arriba ocupada siendo el alma de una fiesta de polillas. Y quizás no te importe una mierda, pero yo estoy aquí abajo mirando como ese hilillo de sangre se diluye en la lluvia que encauza la calle. Y es difícil. Es difícil no ponerse filosófico. Es inevitable cuando lentamente se te escapa la vida por una agujerito; líquida, caliente. Y se que me abandona porque no puede hacer tanto frío cuando parece que para todas las jodidas criaturas del monte también se acaba el mundo esta noche.
Empiezo a temblar. Eres una última estrella rebelde ahí arriba y ya ni siquiera veo las polillas rondarte porque todo se me apaga. Se me apaga el tacto al final de brazos y piernas, se me apaga el color de la piel; incluso hace tiempo que se ha extinguido el dolor. De manera que ahora parece que te alejas en la oscuridad mientras me sumerjo cada vez mas en el frío. Es como si me hundiese en un pozo mientras me miras desde el borde con tu cara de boba.
Farola del tres al cuarto: En un lugar que tu raquítica luz jamás alumbrará habita el tiburón de Groenlandia; cuatrocientos años de vida a oscuras bajo la eterna capa de hielo. ¿Sabías tu eso? Qué vas a saber. Casi reconforta saber que por este camino no viviré tanto como el tiburón de Groenlandia.
Oh, de acuerdo; vete si quieres, y llévate esta respiración entrecortada contigo. Ahora me estorbáis; tu, la agonía, los grillos a lo lejos.
Mira, termina como terminan algunas películas: fundido al negro, al silencio, y nada más. Pero al contrario que en las películas, ese nada más llega sin adornos, sin tristezas, sin culpas. Je ne regrette rien.
Aburrimiento, oscuridad, y nada más. Parece que me perderé ruborizarme ante las sórdidas costumbres de los querubines, porque este bendito-maldito nada más amenaza con hacerse infinito; llevan dos mil años advirtiéndolo. Al fin y al cabo la muerte, por ser lo contrario de la vida, es sobre todo aburrida.
Vuelve la luz, y tendidos en el césped junto a el, unos ojos verdes esperan a que vuelva a decir algo. Sonríe: -Permíteme que me ponga filosófico-.

Alejandro Millán
Madrid, Julio 2009.

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Based on a work at gatosazules.wordpress.com.

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